El declive como clave 13/11/2013 | ElClubExpress.com
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Un piano en una esquina que espera. Sólo él está iluminado. Manuela Nogales entra con una sonrisa cándida. Camina despacio hasta él, y abre con delicadeza su tapa. Suena El clave bien temprado de Bach. Parece que ha abierto una caja de música en forma de piano, ella parece sorprendida. La música suena y ella comienza a bailar en el centro de la austera sala, solo ella, música y cuerpo. La clave, está en el declive. Cae a veces, y finalmente la música calla. Ella sigue bailando a partir de esa música muda que emana de los cuerpos que vibran en movimiento. De su respiración. Señala su corazón, expresa con las manos y los dedos que parecen acariciar algo imperceptible. Se desploma, se arrastra por el suelo apartándose de la luz, adentrándose en la oscuridad.

Y vuelve a cobrar protagonismo el piano, en el que ahora se sienta Tatiana Postnikova. Manuela parece querer regalarnos en su ausencia, parte del concierto a solas. Ahora sí suena Bach en directo. Vuelve a aparecer en escena la intérprete, que ha cambiado de vestuario. Juegos de manos y cuerpos interminables. Ella, que se sobrecoge en sí misma. Un solo en el que Manuela Nogales explora los orígenes: la música de Bach y el punto de partida de la danza, que es el movimiento, el cuerpo. Desprovisto de todo lo demás. Su danza parece buscar lo perceptivo, lo sensitivo, tapa sus ojos, sus oídos, sus labios, recorre con su dedo los brazos, como si indicara que aquello que expresa parte de sus entrañas, las cuales aprieta con los dedos. Cae y se levanta.

Por tercera ocasión, Manuela vuelve a regalarnos el solo de Tatiana, marchándose, para aparecer de nuevo con un vestido que se atusa, con el que juega. Pulsaciones de un lenguaje propio que recorre su cuerpo, el declive como clave: para resurgir y reinventarse. Una bailarina madura, con trayectoria y solera, que ha reposado su saber hacer con los años y ha creado su propio idioma en el mundo de la danza. De claves y declives es una pieza que representa el momento que la intérprete está atravesando, una etapa de nueva creación, el resurgir a pesar de la dificultad. El seguir expresando a pesar de todo, romper estigmas de edades, retomar la danza en su punto de partida: cuerpo, alma, intérprete. Todo ello envuelto por la maravillosa interpretación en directo de Postnikova, cuyas notas hacía reaccionar a Manuela hasta el final, hasta el último fogonazo en el que yace en el suelo. El declive, de nuevo, la clave para volver a levantarse.

Texto: Piedad Bejarano
Vídeo: La Buena Estrella para el canal de TV online del MES DE DANZA